Fan total by A. V. Geiger

Fan total by A. V. Geiger

autor:A. V. Geiger
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Juvenil, Novela
publicado: 2017-07-02T22:00:00+00:00


17

ATADO Y AMORDAZADO

Eric conducía su Ferrari color azul celeste por las curvas cerradas de Mulholland Drive. Cada vez que pisaba el acelerador, disfrutaba con el ronroneo de la máquina. Qué estupendo era volver a encontrarse detrás del volante. Había pasado demasiadas noches en el asiento de atrás de la limusina y echaba de menos la sensación de control que disfrutaba al conducir.

Se había comprado un Ferrari 458 Spider hacía poco más de un año para celebrar que su último álbum había llegado a multiplatino. Pero, por el momento, el cuentakilómetros apenas si registraba unos pocos miles de kilómetros. Quizá sería una buena idea desplazarse con su propio coche durante la gira que estaba a punto de empezar. Dejar el autobús para el personal. Eric tomó nota mentalmente de que tendría que proponérselo a Maury por la mañana.

Maury...

Eric tamborileaba con los dedos sobre el volante. No podía sacarse de la cabeza su torpe conversación con el mánager. Maury no sabía de qué hablaba, por supuesto. Todos aquellos disparates sobre el amor... El mánager había llegado a esa conclusión tan solo porque no conocía todos los hechos. No sabía nada de la cuenta falsa en Twitter... y no tenía ni idea de que la chica con la que conversaba era una fan. ¿Cómo habría podido Eric Thorn enamorarse de una de sus fans? ¿Una fan como cualquier otra, una fan que no era capaz de decirle su apellido, ni su dirección? ¿Una chica que no había visto ni en foto?

—Vaya tontería —murmuró Eric mientras su coche entraba por la puerta principal y enfilaba el camino privado de su casa en Hollywood Hills.

Frenó y abrió la puerta del vehículo, y se preparó para recibir el aire frío de la noche. Mientras entraba en el edificio, su mano buscó de manera mecánica el móvil que llevaba en el bolsillo, pero entonces se detuvo. Quizá le convenía un descanso... una noche sin contarle a Tessa todas las ideas que le venían a la cabeza. Sería la primera vez en varios meses que no se dormiría después de haber leído sus mensajes, ni se imaginaría la voz de la chica susurrándole las buenas noches.

Pero Eric era perfectamente capaz de dejarla a un lado, ¿verdad?

Se quitó las zapatillas deportivas y se tendió en el sofá. Se dijo a sí mismo que tal vez fuera aquello lo que necesitaba. Un poco de soledad. Escuchar música comiendo un helado de vainilla con cookies. Basta de móvil. Basta de Twitter.

¿Dónde estaba el equipo de música? Sus ojos merodeaban sin cesar por una habitación demasiado grande. Techos abovedados. Suelos de madera noble. Muebles forrados de cuero negro. El piano de cuarto de cola, de color blanco, en un rincón. Alguien había ordenado la colección de Grammys, AMA y astronautas de MTV. Hogar, dulce hogar. Todo de muy buen gusto... y muy poco acogedor.

Aquella casa no le resultaba más propia que las lujosas suites de hotel donde dormía la mayor parte de las noches. Entre las giras y sus obligaciones como artista y modelo, a duras penas lograba pasar seis semanas al año en Los Ángeles.



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